sábado, 4 de octubre de 2014

De cómo un hombre, después del diluvio, reconstruyó las ideas

En la concepción hindú el mundo es producto del pensamiento humano, que es el organizador. No es que la realidad no exista, pero nos resulta imposible concebirla per sé; tiene que pasar por nuestro cerebro y cada uno organizar sus ideas.


En total, que 'Manú' Suayambú sobrevivió al Gran Diluvio.

Él era un hombre sabio, y se entregó a la meditación...
El mundo yacía entonces envuelto en espesas tinieblas y sumergido en sueño por todas partes. Entonces Suayambú, en cuanto los sentidos extremos pueden comprender, hizo perceptible la realidad diferenciando los cinco elementos primitivos, de esta manera empezó a hacerlo comprensible; disipó la oscuridad...

Habiendo decidido él solo hacer que todas las cosas emanaran de su propio pensamiento, concibió las aguas y en ellas depositó un germen fecundo.

Ese germen se transformó en huevo de oro, brillante como astro de mil rayos luminosos, y en el cual el Ser Supremo se reveló en la forma de Brahma...

                                                              Y así, el hombre creó a Dios

Por medio de partículas sutiles emanadas del pensamiento se constituyeron los principios de todas las cosas que formaron este mundo perecedero, derivado del Ser imperecedero.
Cada uno de los elementos primitivos adquiere las cualidades de todos los que le preceden: de ese modo un elemento cualquiera, mientras más separado esté en la serie, más cualidades reúne.

El pensamiento del hombre atribuyó a cada criatura una categoría distinta, y con arreglo a esa categoría, actos, funciones y deberes diversos.

Así fueron concebidos y reconocidos los seres de todas clases.

Esos seres concebidos por el pensamiento adquieren categoría de realidad para otros seres pensantes, en virtud de sus vivencias. Nacen entre los dioses, los hombres con identidad y los animales, y experimentan sus transformaciones sin fin a través del pensamiento que se destruye y se renueva sin cesar.

Después de haber creado el universo de esa manera, Manú, cuyo poder es incomprensible, desapareció de nuevo, absorbido en su alma y remplazando el tiempo que pasa por el tiempo que viene.
Cuando el pensamiento del hombre vela, el Universo realiza sus actos; cuando duerme, su espíritu queda absorbido por un profundo letargo y el Universo se destruye a sí mismo. Y por medio de esos sueños y de esos reposos alternativos, sin cesar y sin fin, hace vivir o morir al conjunto de criaturas inmóviles o vivientes.